sábado, 15 de septiembre de 2012

LAS ISLAS GRIEGAS


A pesar de que cueste darse cuenta, Grecia es un país cuyo territorio se configura mayoritariamente de islas dispersas en el mar Mediterráneo. Este hecho lo dota de una gran riqueza de productos autóctonos de cada una de ellas así como de un marco incomparable en el que pasar el periodo vacacional.

De las aproximadamente 6000 islas e islotes que se encuentran en territorio griego, solamente 127 están habitadas. Y de éstas sólo 79 tienen más de 100 habitantes. Así pues, son un paisaje paradisíaco donde todavía uno puede ir a perderse literalmente.

Hay muchos griegos que tienen su segunda casa en su isla favorita o bien en su isla de procedencia. También los hay que fijan su meta estival cada año en una isla diferente y se informan detalladamente de lo que ofrece cada isla para su disfrute particular.

Yo hasta el momento he ido a unas diez islas, por lo que todavía tengo innumerables posibilidades vacacionales. La más cercana que he visitado es Égina, que está a una hora aproximadamente del puerto del Pireo y la más lejana la he visitado este verano y se trata de la isla de Pátmos, a ocho horas de barco desde el Pireo.

Además de destino vacacional, da al país numerosísimos puestos de trabajo temporal. Es muy típico que los jóvenes griegos dediquen algún verano a ir a una isla a trabajar. Incluso yo lo hice el año pasado aunque es realmente cansado porque se trabaja a diario muchas horas. Pero se vaya de vacaciones o a trabajar, las islas griegas tienen una energía muy especial y capacidad para aislarte completamente de la rutina y la realidad del resto del año.

En general, si bien unas son diferentes a las otras, en todas hay un pequeño centro ciudad, el “Hora” que se halla en un punto alto de la isla y que suele tener las mejores vistas y donde se concentra la zona de marcha. En Pátmos, por ejemplo, tiene un monasterio dedicado a San Juan ya que fue en esta isla donde escribió el Apocalipsis. También tiene varias casitas y hoteles de estética muy cuidada y patios interiores llenos de vegetación.

Otra de las zonas comerciales y turísticas es la del puerto. En Pátmos se llama “Skala” y si bien la arquitectura no es tan exquisita como en el “Hora”, concentra comercios, tabernas y supermercados que abastecen al turismo y a los habitantes de la isla.

Lo último y quizá más representativo con lo que cuentan todas las islas Griegas son las playas. Hay playas de todos los tamaños y para todos los gustos y lo mejor es que el agua está cristalina. En el caso de Pátmos, si bien no se caracteriza por tener las mejores playas ya que la mayor parte son de cantos rodados, el agua está tan fría como en Galicia y tan limpia que ¡puedes ver la sombra de tu cuerpo en el fondo del mar!  

Otra de las actividades más interesantes que se pueden hacer en las islas es el senderismo. Con buen abastecimiento de agua y ropa y gorros adecuados al sol, se pueden recorrer caminos de paisaje y olor increíble donde recoger orégano, tomillo y romero y admirar el paisaje y fauna de la isla. En Pátmos por ejemplo, es frecuente encontrar rebaños de cabras e infinidad de higueras con higos maduros.

En algunas islas también se ofrecen excursiones en barco a islotes cercanos y playas a las que no se puede acceder nada más que en barco.

Y todas estas actividades acompañadas de la mejor gastronomía local, pescado, pulpo, dulces y guisos de carne con que reponer toda la energía perdida con el viento, el sol y el agua.

Lo peor, sin lugar a dudas, de esta experiencia es cuando se acaba el cuento y hay que volver a coger el barco de regreso. Todos los griegos coinciden en el sentimiento alegre que les provoca ver el puerto del Pireo a la hora de coger el barco hacia la isla de vacaciones así como el de nostalgia a la hora de volver. Y realmente puedo decir por experiencia propia que es un cúmulo extraño de sentimientos el que te aborda a la vuelta; cansancio, sobreestímulo de imágenes de playa y paisajes, recuerdos de personas, noches, comidas… Y sobre todo impotencia ante la incertidumbre de cuándo y cómo volverá a suceder algo así.

Lo bueno, por otro lado, es el reencuentro con amigos en Atenas y las reuniones en las que cada uno cuenta sus vacaciones y te da ideas sobre qué isla puedes visitar el verano siguiente… Y también los obsequios que te traen de las vacaciones.

Este año, una buena amiga mía me ha traído de la isla de Limnos un maravilloso dulce “baklavas” relleno de sésamo (propio de ésta isla) y una pasta al huevo artesanal premiada y con receta incluida que traduzco a continuación para todo el que tenga ganas de evocar el verano griego. Hasta la próxima.



“Flomaria de Limnos” (pasta tradicional corta) con calabacín y queso fresco “anthotiro”

 Ingredientes para 3-4 raciones:

400 gr. pasta

200 gr. queso fresco “anthotiro”

1 calabacín grande o dos pequeños cortados en finas lonchas

5 cucharadas soperas de aceite de oliva virgen extra

1 diente de ajo

1 taza de eneldo fresco picado

Sal y pimienta negra

Preparación:

Cocer la pasta en abundante agua con sal. Escurrir e introducir de nuevo en la cacerola.

Añadir el aceite de oliva, el queso fresco, el ajo picado y el calabacín y remover muy bien.

Servir en una fuente grande y echar por encima el eneldo y la pimienta recién molida.

Tips:

El anthotiro es un queso fresco de oveja típico de grecia. En su lugar se puede añadir cualquier queso fresco tipo Burgos o incluso fresco de cabra si se desea un sabor más fuerte.

Cocer la pasta dos minutos menos de lo que dice el envase de forma que al removerla con el resto de los ingredientes no quede reblandecida sino “al dente”.
 
Y aquí va un poco de sabor de la incomparable belleza de las islas griegas!